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Viaje por Cuba en 10 etapas

Viaje por Cuba en 10 etapas

Introducción

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El Capitolio Nacional de Cuba, La Habana

“Esta es la tierra más bella que ningún ser humano haya visto”. Dicen las antiguas crónicas que fueron las palabras que pronunció Cristóbal Colón al arribar a las costas de Cuba. Saturados sus ojos de tantas y tantas jornadas de mar, repletas sus pupilas de tanto azul, las doradas arenas de la playa de Jibara, la refrescante cercanía de los cocoteros, las grandes hojas abanicadas de las uvas de mar, que casi hunden sus raíces en el océano, los cercanos palmerales, y la visión del manto verde que cubre la llanura, que se extiende y se acrecienta, que nunca acaba, y que apenas se altera por las suaves lomas que ondulan en el horizonte infinito, debieron parecerle un nuevo y maravilloso mundo al navegante, aún impregnada su retina del secarral castellano que tantas veces hubo de atravesar antes de iniciar su utópico viaje.

     Y es que Cuba es bella y variada en su naturaleza: de oriente a occidente, de norte a sur, desde las playas de María la Gorda a las de Baracoa, desde los cenagales de Zapata a los cayos de los Jardines de la Reina, de la planicie inmensa de Camagüey y Ciego de Ávila a las cordilleras montañosas del Escambray y Sierra Maestra, de la Cueva del Indio y las cavernas de Santo Tomás a la cimas del Turquino y La Gran Piedra, del Cauto a la Laguna de La Leche, la gruesa piel verde del “caimán del Caribe” ofrece los mas variados paisajes. Un paisaje repleto de plantas y animales; una flora y fauna extraordinarias, que en conjunto forman un patrimonio natural único en el mundo. Aquí esta la gigantesca y señorial ceiba, bajo cuya dulce sombra se fraguaron tantos episodios históricos, y el diminuto zunzuncito, el pájaro más pequeño del mundo; el cocodrilo, el manatí, la jutía y el majá; la yagruma, la palma de corcho, el caguairán y la guásima. Y así cientos y miles de especies animales y vegetales.

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Transporte en coche de caballos en Santiago de Cuba

Cuba es maravilla natural. Y Cuba es maravilla histórica, que siglo tras siglo, desde aquella primera vez en que los europeos pisaron su suelo, y aún antes, con los taínos, siboneyes, caribes y otras tribus que ya poblaban su espacio, ha ido conformando, batalla tras batalla, guerra tras guerra, un devenir histórico y una cultura que no tienen parangón en el Caribe, y que se refleja en su arquitectura, su arte, su música, su literatura, su habla y, sobretodo, en su modo de ser, el modo de “ser cubano”.
Historia con nombres: Hernán Cortés, Diego de Velázquez, Francis Drake, Henry Morgan, Carlos Manuel de Céspedes, Antonio Maceo, Máximo Gómez, Valeriano Weyler, José Martí, Fulgencio Batista, Camilo Cienfuegos, Fidel Castro…, hombres que, desde uno y otro bando, marcaron a sangre y fuego la historia cubana. Maravilla que continúa viva con “la Revolución”, suceso histórico, que para muchos ya es una anomalía extraña, extemporánea, obsoleta. Cuba, el relicto histórico del sueño comunista; el adorno caribeño con que la gélida y desparecida URSS quiso engalanar su mesiánica visión del mundo.

     Cuba es belleza, maravilla, y hasta paraíso. Paraíso para los ilusos que aún creen que el socialismo revolucionario es posible, y que esa posibilidad viva y real es Cuba; paraíso para los de afuera que vienen a la Isla a ver el Capitolio, la Plaza de Armas, el Morro, el Floridita y la Bodeguita del Medio, y después van a tostarse a las cálidas playas de Varadero: el paraíso dentro del paraíso; paraíso para los pocos de adentro que gozan de todas ventajas que ofrece “el capitalismo dentro del comunismo”, y de ninguna de sus restrictivas normas.

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Venta ambulante de viandas en las calles de Camagüey

Pero también puede ser infierno. Infierno para el que día a día tiene que “inventar” para conseguir qué comer, qué vestir, dónde dormir; infierno para el que ve pasar su vida un año y otro año, una década y otra, sin un cambio, ni en la materia ni en el espíritu, sin pasado, sin presente y, sobretodo, sin futuro; infierno para el que quiere salir y no puede, o no le dejan. Y para los más, no es nada y es todo; es Cuba, en la que se vive, se ama, se muere, a la que se defiende con uñas y dientes si es necesario: “Patria o muerte, venceremos”.
Cuba es también el paradigma del mestizaje, donde se mezclan en aparente armonía, no exenta de algunas aristas apenas perceptibles por los ajenos, razas, culturas y colores. Blancos, negros, mulatos, chinos, moros, jabaos…, han convivido con mayor o menor grado de armonía durante siglos, hasta producir esta mezcla multirracial, a la que ahora se unen ecuatorianos, bolivianos, peruanos, nicaragüenses…, que llegan a la Isla impulsados por la gran ola bolivariana de la Venezuela chavista.

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Niñas en la ciudad de Cienfuegos

     Cuba es grande, Cuba es variada, pero, sobre todo, Cuba es imprevisible: en lo natural, en lo social, en lo histórico, en lo artístico, en lo económico y en lo humano, especialmente en lo humano. Y conocerla es complicado: no es visitar La Habana, pues, aunque para los habaneros ahí comienza y se acaba el mundo, bien se sabe que “La Habana es Cuba, pero Cuba no es La Habana”.
Por eso, saber un poco de este país es recorrer la isla de punta a cabo, visitar Cienfuegos, Trinidad y Santiago, pero ir más allá, adentrarse en sus ciudades y sus pueblos, hasta en su bohíos, olvidando las rutas y los hábitos del turista; viajar en tren, en guagua, en carro y hasta en coche de caballos; comer lo que comen y cómo comen los cubanos; alojarse en sus casas, ver su televisión, oír su radio; cantar, bailar, tomarse unos tragos con ellos; y sobre todo conversar, conversar mucho, la gran pasión del cubano después del sexo, la comida y el ron.

     Tal vez después de recorrerla de este modo podamos obtener una instantánea general de cómo es Cuba, aquí y ahora.

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Viaje a la isla de Cuba