La Plaza Mayor de la ciudad de Trinidad
Cuba es bella y variada en su
naturaleza: de oriente a occidente, de norte a sur, desde las playas de
María la Gorda a las de Baracoa, desde los cenagales de Zapata a los cayos
de los Jardines de la Reina, de la planicie inmensa de Camagüey y Ciego de
Ávila a las cordilleras montañosas del Escambray y Sierra Maestra, de la
Cueva del Indio y las cavernas de Santo Tomás a la cimas del Turquino y La
Gran Piedra, del Cauto a la Laguna de La Leche, la gruesa piel verde del
“caimán del Caribe” ofrece los mas variados paisajes.
Un paisaje repleto de
plantas y animales; una flora y fauna extraordinarias, que en conjunto
forman un patrimonio natural único en el mundo. Aquí esta la gigantesca y
señorial ceiba, bajo cuya dulce sombra se fraguaron tantos episodios
históricos, y el diminuto zunzuncito, el pájaro más pequeño del mundo; el
cocodrilo, el manatí, la jutía y el majá; la yagruma, la palma de corcho, el
caguairán y la guásima. Y así cientos y miles de especies animales y
vegetales.
Cuba es maravilla natural. Y Cuba es maravilla histórica, que
siglo tras siglo, desde aquella primera vez en que los europeos pisaron su
suelo, y aún antes, con los taínos, siboneyes, caribes y otras tribus que ya
poblaban su espacio, ha ido conformando, batalla tras batalla, guerra tras
guerra, un devenir histórico y una cultura que no tienen parangón en el
Caribe, y que se refleja en su arquitectura, su arte, su música, su
literatura, su habla y, sobretodo, en su modo de ser, el modo de “ser
cubano”.
Historia con nombres: Hernán Cortés, Diego de Velázquez, Francis
Drake, Henry Morgan, Carlos Manuel de Céspedes, Antonio Maceo, Máximo Gómez,
Valeriano Weyler, José Martí, Fulgencio Batista, Camilo Cienfuegos, Fidel
Castro…, hombres que, desde uno y otro bando, marcaron a sangre y fuego la
historia cubana. Maravilla que continúa viva con “la Revolución”, suceso
histórico, que para muchos ya es una anomalía extraña, extemporánea,
obsoleta. Cuba, el relicto histórico del sueño comunista; el adorno caribeño
con que la gélida y desparecida URSS quiso engalanar su mesiánica visión del
mundo.
En todas las grandes ciudades existen hoteles donde
alojarse, si bien su nivel de calidad es muy variable, al igual que sus
precios. Un medio más económico y con mayor oferta en todos los lugares son
las “casas particulares”. Consiste en el alquiler de una habitación dentro
de una casa o, a lo sumo, un pequeño apartamento independiente, por parte de
las familias cubanas que están legalmente autorizados para ello, estando
señalizadas con un cartel distintivo blanco y azul. La variedad de confort y
servicios es casi inagotable, pero es una buena manera de ir conociendo el
país desde adentro. La mayor parte de ellas ofrecen servicio de desayuno y
comidas, por precios módicos.